A MIS HERMANOS DE AMÉRICA
Como un antojo tu risa
dibuja un diapasón entrelazado con el deseo.
Tus manos se adivinan,
y suavemente serpentean
hasta llegar a mi corazón.
Tu mirada permanece extasiada
en la memoria de un pasado inconcluso
y entre guiños, se abre paso
con el arrojo de un amor desesperado
que provoca el estallido de un recuerdo perdido