LA NOCHE QUE CAYÓ EN MI PECHO
El viento me encara al destino
como presagio de un crimen
donde los signos son apenas un simulacro
para morir y dejar morir por amor
entre unas sombras que denotan tu ausencia.
La noche me espera.
En sus labios reconozco las caricias
y su voz, con un extraño alfabeto,
recorre mi cuerpo
como unas piedras,
hacia un ocaso indefinido
cuando me desvanezco
en medio de la nada
para afianzar la locura que se adueña de mis actos.
En el olvido, apenas recuerdo tu nombre.
Sin embargo el poema fluye,
como la noche que cayó en mi pecho
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