A VICENTE ALEIXANDRE
Hoy me rasgo las vestiduras,
mi piel amanece oscura como de sangre.
Hoy no miro al futuro. Vivo para tenerte en la palabra.
Mis horas están contándose y no pueden siquiera llorar.
Hoy, mi cuarto, vacío de recuerdos
amanece con nuevos abalorios
y enseres para completar lo imposible.
Las cortinas se rasgan envueltas entre tinieblas.
Hoy pongo las dos colchas para dormir serenamente
en un lecho con pulmones de fuego.
Mi cama entonces adquiere un aspecto extraño.
Se esfuma el coraje que tuve un día.
Sin embargo hoy,
busco la ocasión para encontrar
espadas como labios
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